En la capital de la Costa del Sol y más concretamente en las calles Granada y en Jardines de alcazabilla (tiene dos entradas diferenciadas) es uno de los pulmones de la noche de tapas malagueña. Un lugar con solera, adornado con fotografías de multiples famosos que han pasado y disfrutado de su cocina y con un ambienta a taberna de los que gustan por Andalucía. Sus barricas son testigos presenciales de gran número de reuniones, celebraciones y cenas que hacen de este lugar un punto de obligada visita si andas por el centro de Málaga.

Su proximidad al Museo Picasso, así como al Teatro Romano hacen que personas que no son de la ciudad hagan parada en la bodega para saborear sus platos y sus vinos. En verdad, los precios quizás sean un poco más altos de lo que venimos aconsejando (la caña puede costar 1,90 €, al igual que los refrescos) pero creo que merece la pena entrar en sus salones y galerías para saborear el arte y la idiosincrasia malagueña.

Macetas colgadas de paredes encaladas, suelo de terrazo antiguo, mesas de madera bajas y patios recogidos hacen de «El Pimpi» un rincón andaluz por antonomasia, un lugar emblemático donde las noches malagueñas pueden tener otro color.

¿Qué se puede tomar?. Yo os recomendaría cualquiera de sus «ligeritos», como el serrano, el de pringá, el rellenito de chorizo. También podéis pedir unas ricas corquetas de puchero, o el guiso Pimpi de callos de cordero, migas marineras o huevos rotos con asadillo y chanquetitos.

¡Que estamos en Málaga!, también podemos comernos pescado del bueno, como las puntillitas, los boquerones (muy recomendables), bacalao, rosada, adobo, anillas de calamar, sardinillas abiertas o para los más entusiastas, una fritura variada.

En conclusión, por su situación, por su esencia, por su servicio exquisito, por sus ricos platos, la Bodega «El Pimpi» debe estar en nuestra lista de «vámonos de tapas», porque en Andalucía tenemos rincones que merecen la pena muchísimo y en los que disfrutar es muy muy fácil.

Os animo a visitarlo, no os arrepentiréis.