Ahora que estamos en plena «ola de calor» y que lo que pega es el ambiente costero, os voy a ofrecer el disfrutar de unas conchas finas. En primer lugar, ¿qué es la concha fina?. Son moluscos bivalvos de la familia de las denominadas almejas, con un tamaño algo superior a las conocidas chirlas, almejas de carril o almejas de reloj. Así supongo que entenderéis de que tipo de alimento os estoy hablando.
La concha fina se puede ofrecer de múltiples maneras pero hoy os la presento en su estado natural, que para mi gusto es como más ricas están ya que se puede disfrutar su verdadero sabor y apreciar la explosión de frescor que nos presentan en un bocado sutil, limpio y exquisito.
Para ello, debemos limparlas y aunque lo explicaré a groso modo, es verdaderamente fácil, sí es algo laborioso. Debemos comprarlas frescas y asegurarnos de que verdaderamente lo son. ¿Cómo nos podemos asegurar de ello?, muy fácil, simplemente dándole con el dedo o con algo punzante para ver si se cierran o se mueven.
Para conservarlas si no las váis a utilizar en el mismo día de la compra, os aconsejo que las metáis en el frigorífico en un plato sin agua ni nada por el estilo. Eso sí, no las dejéis mucho tiempo porque como verdaderamente están buenas son frescas y ese frescor se irá con el tiempo, además de que las queremos vivas. Otra recomendación es que las limpiéis justo antes de comerlas, no las dejéis limpias mucho tiempo antes porque también perderá frescura.
Bueno, que me dilato demasiado. ¿Cómo limpiamos las conchas finas?. Para ello, abrimos el grifo y bajo él y con la ayuda de un cuchillo (yo utilizaría redondo para evitar punzamientos) lo metemos entre las dos conchas partiendo el bicho por la mitad y separando las dos partes del molusco. Para no hacer un bocado demasiado grande, las serviremos las dos partes diferenciadas, cada una con la carne que le corresponde.
Yo no pretendo daros una clase de anatomía de la concha fina por lo que definiré tres partes diferenciadas dentro del molusco para que distingáis de manera nítida cada una de ellas cuando la abráis por primera vez. Las tres partes serán las siguientes:
- El pie de desplazamiento que es aquella parte rosada a modo de lengua con el que las almejas y conchas finas se desplazan mediante impulsos.
- La bolsa de materia sobrante que es aquella en la que se encuentran los intestinos y partes no aprovechables para su consumo.
- La carne blanca del molusco, que es aquella parte que nada más abrirla queda pegada a ambas conchas, y que constituye una parte muy fina del producto.
Como véis, está explicado muy a groso modo, pero para estudiar la fisionomía de la almeja ya tendremos más días. Aún así estoy totalmente seguro que con esta breve indicación sabréis diferenciarlas cuando por primera vez os enfrentéis a limpiar una de ellas.
Bueno, seguimos con los pasos. Una vez abierta, en la que el pie de desplazamiento (la lengua) ha quedado partida por la mitad para dividirse así entre las dos partes que vamos a servir, nuestro cometido es el de quitar la bolsa de materia sobrante (parte negra).
En cuanto le quitemos la parte negra, la enjuagamos con agua y limpiamos concienzudamente la concha para servirla como recipiente y ya tenemos la concha fina limpia y lista para comer. Tened en cuenta que la parte de carne blanca también la servimos junto al pie de desplazamiento, que dará un color claro y una imagen única a este manjar que nos ofrece el mar.
Como podéis ver es muy sencillo pero en verdad tiene bastante trabajo porque según los comensales de los que se trate debemos abrir una cantidad u otra.
No os olvidéis de echarle un chorreoncito de limón, que le va a dar más frescor aún y un punto buenísimo, además de que podréis apreciar el movimiento del «bicho» producido por la acidez del limón.
Hay quien le echa pimienta molida, sal o incluso perejil o cebollino picado. Yo prefiero lo natural y con el limón me sobra y me basta. Probadla así y veréis como repetís…….
Buen provecho.
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A mi me encantan las conchas finas.
Las como a diario, ya que me las suelen regalar en el mercado.
Duran muchisimo frescas.
Suerte la tuya, porque son un producto genial. Gracias José Antonio.