A veces la simplicidad en la cocina, hace que resalte el producto y hay productos que no necesitan nada complejo para demostrar su sabor y textura. Este es el caso del producto que os traigo hoy, la sepia.
La suavidad de la sepia hace que en un plato con tan sólo un toque sutil de sabor, quede de maravilla, sin necesidad de añadirle ninguna floritura ni nada que «estropee» su encanto.
Ingredientes:
- 1 sepia.
- 4 dientes de ajo.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Perejil fresco.
- Sal.
Elaboración:
Sí, como veis es sumamente sencillo. Ya os digo, que podemos hacer mil cosas con la sepia (desde unos garbanzos, a unas brochetas, un arroz, etc) pero también se merece su sitio como ingrediente principal y destacar por sí misma.
Vamos a poner una sartén al fuego con un chorreón de aceite (no demasiado, una cuchara). Ponemos la sepia en dados medianos a fuego medio.
Mientras tanto, vamos a hacer una mezcla en un vaso donde añadiremos sal, aceite de oliva virgen (abundante), perejil fresco picadito y los dientes de ajo muy picaditos. Mientras hacemos todo esto dejamos que la sepia se nos vaya haciendo, moviéndola si fuera necesario, sin añadir nada más.
Cuando ya se nos empiece a dorar por los lados, es cuando debemos ir añadiendo nuestro aceite con perejil y ajo. Con esto iremos haciendo que, primero, la temperatura de la sartén no nos vaya bajando mucho y se nos siga haciendo por igual la sepia, el ajo y perejil y por otro, que el propio ajo no se nos pase demasiado y se nos quede en el punto que queremos.
Poco más necesita la sepia para tener un sabor increíble.
Presentación:
En un plato llano, color blanco, para que el tostado del ajo y el verde del perejil resalte. Podemos añadir un poco más de perejil fresco picado, si lo deseamos.
Ponemos alrededor un poquito del aceite con ajo que nos ha quedado en la sartén.